Al igual que Michael Crichton primero, y Steven Spielberg después, el realizador de este film, ha encontrado muy sugerente el reencontrar al hombre con un ser mítico, como los dragones, en un film que mezcle a partes iguales toda la tradición gótica y medieval, con un futuro cercano post-nuclear, en el que la humanidad casi ha desaparecido. Existen otros muchos referentes, como la serie de “Mad Max” e incluso “Navigator”, en cuanto a la dirección artística. Pero lamentablemente, tales expectativas se han visto truncadas, porque tal epopeya cinematográfica se ha quedado en una pálida intentona que al final, no cumple lo que promete.
La película plantea la casi destrucción de la humanidad en los próximos veinte años, donde resucita accidentalmente un ser mitológico –un Dragón, de esos que vuelan y echan fuego por la boca, de ahí el título- y provoca una rescritura de la pirámide alimenticia, relegando al hombre a un papel mucho más inferior del que tiene ahora. Sobreviviendo a duras penas, en un castillo a las afueras de Londres –donde se supone que está el centro de la colonia terrestre de dragones- Quinn intenta que su comunidad se salve de los furiosos ataques de estos animales, hasta que un destacamento del ejército norteamericano llega para ayudarles e intentar recuperar el control de la raza humana en el planeta.
Este original planteamiento del guión podría haber tenido un mejor correlato a la hora de ser dirigido. Toda la agilidad que Bowman demostró en su primer film –la adaptación de la serie televisiva “Expediente X”- ahora la convierte en un desarrollo completamente plomizo, lleno de detalles irrelevantes para el transcurso de la historia, y a nivel de factura, resulta muy monótona y asfixiante, sin aportar nada a la historia: ni la fotografía, ni la banda sonora dotan al film de personalidad propia, siendo un pálido reflejo de los referentes cinematográficos que antes hemos mencionado, magnificando las precarias condiciones de vida del ser humano en un plausible futuro post-nuclear y regido por los dragones. Las esforzadísimas interpretaciones de Christian Bale y Matthew McConaughey no son suficientes para mantener el interés por una historia que navega en varios frentes –con elementos del cine catastrofista, de terror, de “thriller”-, pero que argumentalmente, no sabe a qué carta quedarse, llegando a aburrir soberanamente. Es una verdadera lástima, que con todos los elementos necesarios –temática interesante, buenos actores, buena producción, buenos efectos especiales- no se haya consumado una buena película.