El panorama del cine de animación, definitivamente ha cambiado. El gigante Disney parece agonizar, compañías como Dreamworks, Pixar y la que nos ocupa, DNA animation se han decantado definitivamente por las nuevas técnicas de animación digital. Pero a diferencia del “reciclaje” que intenta recrear la animación convencional para abaratar costes y hacer el mismo proceso pero con menos medios e idéntica calidad –hecho bastante cuestionable, puesto que la creatividad no depende de la memoria RAM ni de la capacidad de un disco duro- las nuevas productoras emplean los ordenadores pero dejan intacta la tradicional gestión de guiones e historias, haciendo cómplices al espectador, desde el más pequeño al más adulto.
El innegable referente de “Toy Story” está presente en todo el metraje, pero sería injusto circunscribir exclusivamente esta historia en dicho film, puesto que en el ámbito técnico la supera con mucho. Jimmy Neutrón es un niño genial, que realiza multitud de inventos a cuál más chocante –desde un “peluquero cibernético hasta un perro robotizado que ríanse del que tenía el Inspector Gagdet- y que sin querer provoca una invasión extraterrestre, que solucionará ayudado por sus compañeros de clase del colegio. Toda una galería de personajes muy bien perfilados giran en torno a la carismático y divertido carácter de Jimmy, que aunque desborda creatividad e inteligencia, es muy atolondrado, como todos los genios.
La evolución de un argumento lleno de claves cinéfilas a manta –empezando por el nombre del perro del protagonista, que se llama Godard, nada menos- es verdaderamente brillante, fascinando tanto por su sencillez como por su complicidad, presente a cada fotograma. En una especie de autoparodia del cine, el director ha creado un personaje que sin duda protagonizará una saga –de hecho ya tiene una serie de televisión en Estados Unidos- con toda la razón, porque su primer film ha sido el ejemplo perfecto de lo que debe ser un film de animación contemporáneo, y en el que el calificativo “para todos los públicos” no comporta ni un ápice menos de calidad.