Ficha película

Título:
School Killer
Director:
Carlos Gil
Intérpretes:
Carlos Fuentes, Carmen Morales, Zoe Berriatúa, Olivia Molina, Paul Naschy.
Calificación:
Crítica

Desde que Norman Bates en “Psicosis”, y su primo lejano Leatherface en “La matanza de Texas”, se dedicaran a meter en cintura a todo aquel que rompiera los estrictos códigos morales de una saludable unidad familiar, muchas han sido las películas en las que desequilibrados se han dedicado a realizar todo tipo de salvajes asesinatos, sobre todo de jóvenes y guapos adolescentes que inconscientemente, se metían en la boca del lobo: incontables son ya los psicópatas que han mutilado, torturado, desmembrado y calcinado a sus víctimas. Michael Myers, Jason, Freddy Krueger... y así llegamos al ídolo de quinceañeros norteamericanos que actualmente rompe la taquilla en la cartelera, el anónimo que se calza una careta blanca y que ha protagonizado la saga “Scream” hasta el punto de originar una saga paralela -que ahora los supuestos eruditos anglosajones llaman “spin off”- a estas películas en “Scary Movie”.

Bueno, pues si no nos hemos hartado de este tipo de películas, que intentan más apabullar por los litros de hemoglobina facilona, por los turgentes y jovenes cuerpos de los protagonistas y por la música “Heavy Metal”, ahora nos llega otro producto clónico más. Pero lo más divertido, es que es español, tan cañí como podríamos imaginarlo, pero imitando burdamente la fórmula norteamericana que al parecer, los productores creen que funciona. Carlos Gil, que ha trabajado durante muchos años en la industria de Hollywood en la trastienda -o lo que es lo mismo, de ayudante, auxiliar, etc., y ahora al ver esta “película” comprendemos porqué- intenta importar todos los peores tópicos, rebañando incluso de películas como “El Sexto sentido” o el reciente éxito “El proyecto de la bruja de Blair”. Y como era de esperar, se cae con todo el equipo, que ha sido formado por numerosos rostros televisivos de cierta popularidad, para así atraer a las hordas de adolescentes que disfrutan con todas esas teleseries de adolescentes en edad de estudiar y merecer que curiosamente, son todos ellos un cúmulo de problemas. Pero la guinda del pastel está en la participación de Jacinto Molina, o lo que es lo mismo, Paul Naschy: si antaño teníamos una cierta entrañabilidad para con este personaje que, conociendo sus limitaciones, se escondía entre los kilos del maquillaje del hombre lobo, ahora nos sentimos sencillamente insultados al intentar convertirse en un icono terrorífico que lo único que provoca es la risa cuando intenta articular palabras que ni siquiera él mismo alcanza a entender.

¿El argumento? Pues aunque es pretencioso -un grupo de jóvenes llega a un internado abandonado para pasar un fin de semana y empiezan a darse una serie de asesinatos, como ven, un dechado de originalidad...- en realidad no es más que una descerebrada acumulación progresiva de tópicos de este género, que no termina de arrancar en ningún momento y al que los efectismos visuales y supuestamente “modernos” -tales como encuadres y tecnoverborrea “ad hoc” de los chavales, que son de lo más...- no le sientan en absoluto bien. ¿Y con esto pretenden asustar?


Federico Casado Reina



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