Ficha película

Título:
La reina de los condenados
Director:
Michael Rymer
Intérpretes:
Stuart Townsed, Aaliyah, Marguerite Moreau, Vincent Perez, Paul McGaan, Lena Olin.
Calificación:
Crítica

Cuando Anne Rice llevó a la novela una de las más famosas sagas góticas de vampiros en los libros “crónicas vampíricas”, realmente emprendió una nueva revisión del mito del chupador de sangre. Neil Jordan realizó una más que encomiable adaptación cinematográfica del primero de los libros “Entrevista con el vampiro”, dotando a la película de un enorme empaque, importancia y factura, amén de contar con actores del carisma de Brad Pitt, Antonio Banderas y Tom Cruise, que paradójicamente daba vida excepcionalmente al desvergonzado y procaz vampiro Lestat, que ahora es el protagonista de la siguiente adaptación cinematográfica de las novelas de Rice. Sólo que se han saltado la más interesante “Lestat, el vampiro”, para entrar de lleno en la tercera parte, “La reina de los condenados”, donde presuntamente, tenemos oportunidad de conocer el verdadero origen de la maldición de los no-muertos. El problema, es que a pesar de tener una fastuosa producción, el film se ha convertido en una baratucha “serie B”, con momentos dramáticos, pero con –los más- momentos tremendamente ridículos, amén –si se me permite decirlo en este contexto- de unas secuencias de acción con alucinantes efectos especiales que parecen sacados literalmente de “Matrix”.
La historia comienza confusamente en el tiempo, saltando –y pasando- caprichosamente de la primera película, para hacernos entrar en la personalidad de Lestat, un vampiro egocéntrico, con alma de artista, que llega hasta nuestros tiempos para convertirse…¡en cantante de rock!. Si bien en la novela la evolución del personaje era medianamente creíble, en esta película resulta una verdadera verbena, con la coexistencia tácita de vampiros y humanos más presente que nunca. Seguro que Van Helsing se revolvería en su tumba. El deficiente ritmo de la historia –que avanza a empujones, embozada en secuencias “alucinantes” sobre los poderes sobrenaturales de Akasha, la madre de todos los vampiros- jamás llega a corregirse y son tantas las llamadas “licencias cinematográficas” que el director obliga al espectador, que llega un momento en el que nos relajamos y disfrutamos del cachondeo general en que se convierte un presunto film de terror, más cercano al desmadre de “Abierto hasta el amanecer” que a otras cintas de vampiros mucho más recomendables. Si encima contamos con actores en absoluto carismáticos –con la excepción quizás, de Vincent Perez, pero que sobreactúa hasta lo grotesco- y unos diálogos de auténtica guasa –imagínense, la gran reina vampiro, antigua como Egipto, que llega a un castillo lleno de vampiros y pregunta “¿Dónde están mis niños?”..- finalmente nos queda la penosa sensación de haber visto gastar una obscena cantidad de dinero para un film que no es más que lo que Roger Corman podría haber hecho con la cuarta parte,… y seguro que con mucha más gracia.


Federico Casado Reina



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