De un tiempo a esta parte, el panorama en el cine de animación ha cambiado bastante, no ya por la pérdida definitiva en la hegemonía del gran gigante Disney, sino que las técnicas infográficas desarrolladas por Pixar –en “Toy Story”- y Dreamworks –en “Shrek”- han conformado un nuevo panorama. En dicho panorama, completamente copado por empresas californianas, se echaba en falta la mala “baba” de la cosa este norteamericana, ese punto de vista ácido y cruel que sólo los neoyorquinos pueden tener. Dicha empresa ha sido Blue Sky, especialistas en imágenes por ordenador que se ha curtido durante años en el mundo de la publicidad y nos han regalado un film, primitivo –en el término más amplio de la palabra, tanto en la temática como en la definición de personajes “humanos”, como veremos más tarde- pero tremendamente efectivo: estamos en los prolegómenos de la gran glaciación, un fenómeno físico que ocurrió en nuestro planeta hace millones de años, y que arrojaría la faz definitiva en cuanto a fauna y flora para nuestra civilización. En dicho panorama, un mamut, un tigre dientes de sable y un perezoso gigante ayudarán a un bebé humano a encontrar su propia tribu, con todas las vicisitudes propias y ajenas imaginables.
El gran acierto del film, es su rotundo guión, con una descripción de personajes francamente bien trazada y una progresión dramática que encaja a la perfección en la estructura argumental de la historia. Los momentos de humor, las dosis de acción, todo está perfectamente balanceado para un film muy entretenido, divertido y lleno de guiños adultos que realmente enriquecen la historia. También merece la pena señalar el excelente trabajo de David Newman, que no ha caído en el error de hacer cantar a los personajes del film, como podría haber pasado en una mala copia de una antigua película Disney –es decir, como le sucedió en “Anastasia”, de los ya desaparecidos estudios de animación de la Fox, con Don Bluth a la cabeza…-. El problema de la película, a pesar de resultar un verdadero juguete, funcional y divertido, es que se nota la falta de experiencia y pulimento de la compañía: los personajes “humanos” –los más difíciles de representar infográficamente, por las formas redondeadas, texturas, pelos, carne, etc.- resultan demasiado artificiales, aunque todo hay que decirlo, están exquisitamente diseñados. En cambio los “animales” del film –el tigre dientes de sable, el mamut, y por supuesto la ardilla “conductora” de la historia- son un prodigio expresivo, capaces de transmitir muchísimos sentimientos con un solo gesto. Pero más vale que haya sido así, porque sinceramente, prefiero unos dibujos peores, y un buen guión, que unos dibujos perfectos, casi humanos, y un guión pésimo –como sucedió en “Final Fantasy”. En definitiva, una de las más refrescantes, divertidas y entretenidas apuestas cinematográficas de este verano.