Ficha película

Título:
Cuando éramos soldados
Director:
Randall Wallace
Intérpretes:
Mel Gibson, Madeleine Stowe, Greg Kinnear, Sam Elliott, Chris Klein, Barry Pepper
Calificación:
Crítica

Una de las mayores grandezas del pueblo norteamericano es, sin duda, su capacidad de mirarse al ombligo. A la vez, es una de sus mayores miserias, porque al revisar su propia historia, se convierten en eje y centro de un universo donde ellos siempre –o casi siempre- tienen la razón. Su aparataje de propanganda ya ha generado opiniones a lo largo de toda la historia del cine, y al igual que en los años cuarenta se hacían películas “anti-nazis” –“Casablanca” era una de ellas…- la fatídica guerra del Vietnam se ha revisado una y otra vez en la producción de Hollywood. En plena efervescencia patriótica tras los acontecimientos del 11 de septiembre, parece que la producción de cine bélico se ha disparado, y “Cuando éramos soldados” es otro granito más a la hora de aportar los dramas bélicos que ha sufrido el país de las barras y las estrellas.
Pero el problema, es que la guerra del Vietnam seguramente haya sido –debido a su encarnizada crueldad e inesperada pérdida de vidas- una de las más llevadas al mundo del celuloide, desde “Apocalypse Now” a “El cazador”, pasando por “La chaqueta metálica” o “Platton”. Todas han sido visiones muy personales de creadores cinematográficos que han estudiado buena parte de las motivaciones y consecuencias sociales del conflicto. Lo que no viene a cuento –o quizás si, en la sociedad norteamericana, dado el supuesto sentimiento de “indefensión” ante los ataques terroristas…- es una película como la que nos ocupa, a estas alturas: utilizando recursos tan manidos y tópicos como música clásica, cámara lenta, voz en “off” y banderas norteamericanas ondeando al viento –todo ello ya aparecido hasta la saciedad en las cintas de este “sub-género” antes mencionadas- se muestra el dramático encuentro que tuvieron las tropas norteamericanas con las vietnamitas el domingo 14 de noviembre de 1965, donde la proporción de soldados era de uno por mil y las bajas fueron brutales. Para mostrar una mayor crueldad, el realizador utiliza una truculencia francamente innecesaria, intentando apabullar al espectador con imágenes que parece más bien sacadas de una película “gore”, saltándose a la torera ese tono “triunfalista” y “épico” que en todo momento lanza.
En cuanto al formato, todo está compuesto, ideado y realizado para emocionar y mostrar una página de la historia. Resulta divertido ver a Mel Gibson –reaccionario hasta el absurdo en la realidad- encajado dentro del papel del sufridor coronel, que ve cómo sus (buenos) chicos mueren en el frente. La pena, es que la historia más original, la de la mujer del coronel –interpretada por una exageradísima labialmente siliconada Madeleine Stowe- sólo queda dibujada en unos pocos planos. Probablemente, dentro de Norteamérica, todavía sea una pelicula con cierto interés… pero fuera de sus fronteras, un partidismo tan exacerbado resulta a todas luces maniqueo.


Federico Casado Reina



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