Solamente “Supermán” le ha ganado en fama: desde su aparición en 1963, “el hombre araña” –traducción literal hispana de “Spiderman”- ha sido uno de los superhéroes del cómic más famosos, no ya por sus espectaculares evoluciones contra el mundo del crimen y los supervillanos más malvados e increíbles, sino por su humanidad: fue el primer héroe con los problemas típicos de un adolescente timorato y debilucho, que en un símil con la historia clásica del “patito feo”, se convierte en un audaz, musculoso e impertérrito modelo para toda una ciudad.
Cuando hace ya más de dos décadas, Stan Lee, editor de la Marvel INC., -la editorial que publicó los cómics- vendió sus derechos para una infame serie televisiva protagonizada por Nicholas Hammond que fue distribuida en todo el mundo como película de estreno cinematográfico, todos los aficionados a los superhéroes Marvel nos echamos las manos a la cabeza y renegamos de cualquier adaptación audiovisual de “spiderman”, vista la atroz prostitución del personaje, eliminada todo su romanticismo y magia y convertido en un mamarracho vestido con un pijama que daba pataditas estilo “Bruce Lee”. Por ello el nuevo proyecto fue muy cuidado y tuvo vinculados nombres en la dirección como los de David Fincher e incluso James Cameron, recayendo finalmente la responsabilidad de crear una película digna en Sam Raimi, probablemente el realizador que mejor haya sintetizado la visión del cómic en el lenguaje cinematográfico, con los referentes “Darkman”, “Posesión Infernal” o “Rápida y Mortal”. Pues no nos ha decepcionado, porque su concepción del más carismático personaje Marvel ha sido más que brillante, respetando y utilizando todos los recursos del cómic y cambiando y actualizando todos aquellos inservibles en el cine, como también hizo Bryan Singer con los “X-men”.
La historia ha sido transportada con verdadera exactitud: Peter es un tímido y apocado estudiante de instituto que se convierte gracias a la picadura de una araña muy especial –en el cómic, irradiada radioactivamente, en el cine, mejorada genéticamente- en un ser capaz de saltar de edificio en edificio, escalando luego por sus paredes, con la fuerza equivalente a la de una araña para su tamaño, y para remate, con unos reflejos dignos de un leopardo. Siendo ya “Spiderman”, no solo conquistará a la chica de su vida, sino que se enfrentará a un super-villano, que montado en un reactor, tiene el satánico aspecto de un duende verde…
Con evidentes referencias a “Supermán”, “Matrix” y sobre todo –en cuanto a factura y algunas secuencias- a “Batman”, Raimi ha mezclado los elementos exactos para realizar una película al gusto de todos los consumidores, con las notas justas de acción, romance adolescente y por supuesto, espectaculares efectos especiales, acaso demasiado imbuidos a veces por la animación cibernética –ya que en muchos momentos, el héroe que vemos es un dibujo de ordenador-. La perfecta elección de actores –destacando el héroe, Maguire, convertido en la exacta personificación de Peter Parker/Spiderman, y Dafoe, como el maniaco megalómano…-, así como la factura impresionante –excelente banda sonora de Elfman, también con el referente de “Batman”- hacen del film un juguete de lujo para este verano, que es tan honesto como predecible, y desde luego, muy espectacular.