A veces la austeridad es la mejor fórmula para dar un gran impacto emocional. Si importante es cómo se dicen las cosas –que en cine, generalmente es lo fundamental- en este caso también es importante “lo que se dice”, o más bien “lo que se intenta decir”; la lectura profunda del enfrentamiento laboral de un grupo de ejecutivos de la delegación española de una multinacional norteamericana no sólo consiste en autoafirmarse intentando conseguir un cuarto para los fumadores de la empresa –un “smoking room”- sino además consiste en salvaguardar las presuntas libertades individuales ante el gran capital, presuntamente despersonalizador y globalizador, capaz de simplificar esas pequeñas –y sin duda, fundamentales- diferencias personales incómodas para la productividad. Es esta una película de hombres, pero no sólo para hombres: el impresionante reparto del film, capitaneado por Eduard Fernandez, consigue provocar un notable desgarro de la historia, llena de enfrentamientos y soterradas tensiones emocionales en un ambiente exteriormente distendido, pero lleno de una brutal tensión interior.
Sobre el papel, “Smoking room” tiene una estructura más teatral que cinematográfica, con grandes diálogos –que podían habre caido en la grandilocuencia y en la demagogia fácil, pero que no lo han hecho…- y pocas localizaciones, pero la considerable habilidad de los realizadores, que han utilizado una asfixiante técnica publicitaria y muchos elementos del llamado “Dogma 95”, logra una estructura cinematográfica compacta, aunque algo inconclusa al final. El guión también tiene un punto de inflexión en el que se estanca durante algún tiempo, resultando en algunos momentos algo difícil de digerir. No obstante, el balance general no puede ser más positivo, al encontrarnos con un film valiente, tanto en argumento como en formato.
Realizado con muy pocos medios, en video digital y con una vocación meramente experimental, “Smoking Room” ha resultado todo un éxito en la medida de sus posiblidades –no siempre le dan a uno un premio “conjunto” a la interpretación masculina en un Festival de Cine Español de Málaga- y aunque no tiene una difusión comercial mayoritaria, se convertirá con el tiempo, en una muy interesante propuesta anecdótica del momento histórico que vivimos a principios del siglo XXI en la cultura empresarial internacional. Como siempre, el arte imita a la realidad… aunque a veces queramos mirar para otro lado. Y se lo dice un exfumador impenitente que aún piensa en el tabaco.