Martínez-Lázaro es un director tan sólido como impredecible; tan capaz de emocionar como de aburrir, su discurso cinematográfico siempre ha estado impregnado de nostalgia, haciéndo que sus personajes recordaran viejas glorias, grandezas de antaño que se reflejaban en sus brillantes miradas, siempre llenas de esperanza. Aunque siempre ha sido un director centrado en la comedia, ya su anterior film “Carreteras secundarias” contenía una reflexión lo suficientemente profunda como para tomárnoslo bastante más en serio que otro directorzuelo proviniente de la “movida”, que cultivara ese género de huidiza definición llamado “comedia madrileña”.

Sin lugar a dudas, “La voz de su amo” es obra más madura: ubicada en el complejo fresco social de la España de 1980, en el País Vasco y en plena ofensiva etarra, cuenta la historia de un “guardaespaldas” que protege indefectiblemente a un empresario portugués y a su hija adolescente, que como no podía ser de otra forma, está completamente enamorada del fiel empleado. El director utiliza elementos de “thriller” con cierta habilidad, componiendo una estructura que aunque tópica, funciona hasta el clímax del film. La resolución, desgraciadamente, desinfla el buen tono general del film.

Quizás lo más encomiable del film sea una factura y un diseño de producción tan austero y sórdido como la situación de nuestro país en aquella época. Y por supuesto, la interpretación de Eduard Fernández y de un sorprendentemente contenido Imanol Arias.