Ficha película

Título:
Blade 2
Director:
Guillermo del Toro
Intérpretes:
Wesley Snipes, Kris Kirstofferson, Norman Reedus, Leonor Varela, Ron Perlman, Luke Goss, Daz Crawfor
Calificación:
Crítica

Cuando a finales de los setenta el mito de los vampiros era desempolvado por la editorial de cómics Marvel –los mismos creadores de superhéroes “humanos” como Spiderman o los X-men- la narrativa e iconografía que bebía directamente del “blaxplotation” cinematográfico era evidente: se creaba un vengador mitad humano y mitad vampiro de raza negra, capaz de significar la Némesis de los temidos chupadores de sangre, con todas sus capacidades y ninguna de sus debilidades. En su primera adaptación cinematográfica Stephen Norrington, antaño un técnico de efectos visuales, consiguió dirigir un film bastante equilibrado, por cuanto compartía elementos de la más rabiosa modernidad –música machacona-trance-techno incluida- pero respetaba buena parte de la mitología vampírica, explicitando en muchos casos cómo esas hordas ocultas que vivían eternamente y en la oscuridad, acechaban a los humanos. Y por supuesto, el gran, grandísimo acierto fue elegir a Wesley Snipes como su protagonista, no ya por su habitual maestría en las artes marciales –que compartía con el personaje- sino por su exacto parecido físico: ni siquiera con ingeniería genética habría aparecido un modelo tan exacto al personaje de “Blade”.
El problema, como suele pasar casi siempre con las grandes productoras de Hollywood, es intentar crear “la gallina de los huevos de oro” de la forma más burda y tosca, dejando que los ejecutivos –habitualmente economistas que no tienen ni la más remota idea de cine, sólo de dividendos, marketing y riesgos- metan sus narices en la génesis misma del proyecto. Al parecer, “Blade” tenía que dejar de ser una historia de vampiros, y convertirse en una película de acción, artes marciales, efectos especiales de infarto y secuencias con mucha música bakalao, porque es lo que quieren los jóvenes... ¿pero es que tienen una bola de cristal? ¿Y el cine? Bueno, eso mejor lo dejamos.
Deberíamos de haber sospechado cuando Guillermo del Toro -un cineasta mejicano antaño brillante que ya fue abducido por los grandes estudios en “Mimic”- se hizo cargo de esta segunda parte: mucha espectacularidad, mucha acción... pero el guión ha sido convertido en una verdadera verbena, a base de amplificar exponencialmente lo que deberían de ser simples puntales para evolucionar una historia. Ahora los vampiros resultan que tienen una nación oculta, con su ejercito, sus soldados de élite, su presidente... vamos, que sólo le falta el fiscal anticorrupción... o anticoagulación. A toda esta supuesta “política” –que realmente, resulta penosa por lo ridículo- se unen toda una serie de plagios en la producción sacados de clásicos del género, como la película de Coppola. Y el resultado, es que ahora a los vampiros ya no se les mata con cruces, con ajo o con estacas... sino a base de estacazos y patadas de Kung-Fú.


Federico Casado Reina



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