Ficha película

Título:
El hombre que nunca estuvo allí
Director:
Joel Coen
Intérpretes:
Billy Bob Thornton, Frances McDormand, Michael Badalucco, James Gandolfini, Katherine Borowitz, Jon
Calificación:
Crítica

¿Cómo se podría definir una obra de arte? ¿Se dicen todos los adjetivos pertinentes cuando uno ve un cuadro como “Las meninas” o cuando escucha una sonata de Chopin? Algo así sucede cuando uno ve la última película de los hermanos Coen. La absoluta exquisitez con que está rodada, la perfección en el guión –que oscila con la precisión de un metrónomo entre la más inteligente comedia y la profunda reflexión vital- y la impecable dirección de actores conforman con gran diferencia, el mejor film de estos genios, provocando el estupor propio de estar ante una obra de arte de gran calado y trascendencia que quizás hoy no sea considerada en su justa medida –e incluso algunos consideren, inconscientemente, de “pretenciosa”...-, pero que con el paso del tiempo figurará en lo más florido del séptimo arte.
Ya desde el principio de su filmografía, el azar estaba presente: los personajes más “normales” son los que realizan la mayor catarsis y la provocan en las historias que han contado a lo largo de su ejemplar trayectoria cinematográfica, y en “El Hombre que nunca estuvo allí”, también sucede: un pusilánime peluquero de un pueblecito californiano desata todo un conflicto local –y sobre todo, personal y familiar- cuando decide extorsionar al amante de su esposa...y a partir de entonces, con la misma tranquilidad que embarga la vida de la localidad, comenzará a construirse un castillo de naipes tan inestable como maravillosamente complejo y aleatorio. Precisamente uno de los poderosos agarres del tratamiento humorístico en la historia es la fortuita circunstancia que planea a lo largo de todos los hechos que la componen, tan sórdida y triste como desquiciada y turbadoramente “normal”, en el sentido más explícito de la palabra.
Los hermanos Coen además han logrado realizar un compendio de toda su filmografía, revisando cada uno de sus personajes, rozando con ironía toda la historia contemporánea de Estados Unidos, así como del cine mismo, con planos que parecen sacados del expresionismo alemán, otros del más puro cine negro e incluso con reminiscencias al mundo del cómic –que por cierto, siempre ha estado presente en toda su filmografía-. Pero la mejor arma a la hora de realizar la película ha sido el guión, con una historia que late rítmicamente por si misma y hace avanzar a los personajes según sus particularidades, con la fluidez exacta y perfecta hasta los mayores conflictos; todos ellos son tan cotidianos, tan normales que en muchos casos parezca que estamos ante una lánguida crónica de parte de nuestras vidas, con las miserias y las grandezas propias de todos los seres humanos.
Solamente unos genios como ellos han podido reinventar el cine desde una óptica rigurosa en su contenido y continente, pero con un sarcasmo propio de los que ya están de vuelta de todo; y quizás ellos no lo estén, y su capacidad artística todavía nos ha de regalar más diamantes como el que nos ocupa, pero desde luego, si hay alguien en el panorama cinematográfico internacional que lo está, sin duda son ellos.


Federico Casado Reina



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