Ficha película

Título:
John Q
Director:
Nick Cassavetes
Intérpretes:
Denzel Washington, Robert Duvall, James Woods, Anne Heche, Eddie Griffin, Kimberly Elise, Ray Liotta
Calificación:
Crítica

El hijo de uno de los actores-directores más comprometidos socialmente del cine americano, John Cassavetes, ha seguido su trayectoria en un film a todas luces turbador, que torpedea la base de flotación del presunto buque insignia de los países de la cultura occidental, Norteamérica: todo el bienestar que pueda parecer en un modo de vida acomodado, es una sensación meramente ficticia, porque al primer contratiempo, en el que las instituciones, bancos, seguros y empresas son requeridas por un acontecimiento verdaderamente grave –y una operación que cuesta mucho dinero, lo es, si tienen que desembolsar el costo...- todo se viene abajo como un castillo de arena arrollado por la corriente económica necesaria para sobrevivir. Nos viene a la memoria un film de Joel Schumacher que también criticaba mordazmente el “modo de vida americano”: “Un día de furia”, narra la historia de un buen ciudadano que se convierte en un psicópata en base a la caida de su bienestar social –curiosamente, el policía que negocia con un desquiciado Michael Douglas es Robert Duvall, el mismo que también negocia con John Q-. Pero ahora todo es más extremo, y por ende, más justificable: ¿qué sería vd. Capaz de hacer por su hijo enfermo?
Por eso, cuando vemos cómo un padre modélico, buen trabajador, mejor marido y ejemplar ciudadano decide tomarse la justicia por su mano –aquella que le negaron ante la posible muerte de su hijo- todo los parece bien; la habilidad, entonces, del guionista es plantearnos una disquisición en la que culpables e inocentes son arrollados por la marea de justicia, ridiculizando todas y cada una de las instituciones que supuestamente, velan por nuestra seguridad e integridad, desde la policía hasta los medios de comunicación y lo que es más grave, del sistema sanitario. Gracias a los Hados, en nuestro país la sanidad pública funciona bastante mejor que la norteamericana, donde, al parecer, te pueden dejar morir como a un perro en la puerta de urgencias si no tienes un seguro médico con la suficiente cobertura: en el film, un chaval que necesita un transplante de corazón para sobrevivir resulta que no tiene la suficiente cobertura médica de sus padres para realizar dicha operación, al parecer insostenible para un hospital que gana 75 millones de dólares al año. Ante la negativa de la dirección del hospital, el padre del chaval, John Q, decide secuestrar el ala de urgencias para conseguir el corazón que haga vivir a su hijo moribundo.
Como producto cinematográfico, la hiriente ironía que planea por toda la cinta funciona como catalizador para muchas secuencias que dan mucho que pensar. Las interpretaciones son brillantes –sobre todo la de Washington-, y la banda sonora excelente y encajada a la perfección. El único pero de toda la película es un metraje excesivo sobre la base de un desarrollo deficiente del entreacto de la historia, en la que John Q ya tiene secuestrado el hospital; un momento que se alarga demasiado, en varias incongruencias argumentales que ralentizan notablemente la historia, hasta llegar a un final quizás demasiado complaciente en el que “no pasa nada” o al menos, no pasa algo tan dramático como para hacer temblar esos cimientos sociales que se han demostrado podridos y poder cambiar, aunque sólo sea un poquito, las cosas. De esta forma, aunque este caso “ficticio” se haya saldado... ¿cuántos “John Q” podrían seguir apareciendo?


Federico Casado Reina



©2001. AndaluNet, Diseño y hospedaje de páginas Web