Ficha película

Título:
Gosford Park
Director:
Robert Altman
Intérpretes:
Michael Gambon, Kristin Scott Thomas, Camilla Rutherford, Maggie Smith, Charles Dance, Alan Bates.
Calificación:
Crítica

La inevitable sensación que tenemos con el último trabajo de Altman es el de haber visto ya la película que nos presenta, eso sí, impecablemente rodada, sutilmente escrita, magníficamente interpretada y elegantemente resuelta. Todo está brillantemente trazado, acorde con lo que esperamos con los clasismos propios de los inicios del siglo XX, pero desgraciadamente, este realizador no añade absolutamente nada a la imagen residual que tenemos de ese complejo universo donde la fría corrección de los sirvientes se enfrenta a las turbadoras pasiones necesariamente ocultas tras los impecables trajes de sus amos.
El guión también consigue hilar finamente las diversas personalidades de estos dos mundos complementarios, y a la vez, marginales. Indudablemente, uno de los fundamentales pilares para realizar este lúcido ejercicio son las brillantes interpretaciones de todo el reparto, que logran perfilar una galería de personajes compuestos en una coralidad argumental propia de sus trabajos, aunque sin llegar a la lucidez natural de otros filmes de este realizador, como “Vidas cruzadas”.
No hace demasiado tiempo veíamos en televisión una serie británica llamada “Arriba y abajo”, bueno pues si la metiéramos en una coctelera junto con las sempiternas novelas de Agatha Christie y una ácida critica a los estancos compartimentos sociales heredados del caduco siglo XIX, tenemos como resultado una acertada caricatura del fresco social que nos plantean en el film: una residencia palaciega británica es el centro de una partida de caza durante un fín de semana, a la que serán invitadas las personalidades próceres del lugar. Además de la actividad cinegética, la verdadera “cacería” se producirá entre los propios invitados: pullas y críticas recíprocas entre señores, así como las intersecciones entre vasallos y amos o las rivalidades inherentes entre un servicio con ganas de progresar y subir las escaleras que separan –literalmente- la “baja” de la “alta sociedad”, más el acecho al señor de la casa, que resulta asesinado, y finalmente la “cacería” de la policía a la hora de encontrar al sospechoso, con la pusilánime presencia de un paródico bufón a la figura del mismísimo Hércules Poirot –pipa incluida-.
La parábola que Altman intenta, mostrando aleatoriamente una galería de figuras demasiado trilladas para el espectador, es desgraciadamente predecible en casi todo el metraje, así como demasiado pausada y obvia en su discurso, además de innecesariamente lenta para mostrar precisamente ese flemático cosmos lleno de envidias e intrigas soterradas. Aunque Altman se haya intentado vengar de la visión británica de los norteamericanos –como ya lo hizo de la visión francesa de los estadounidenses en “Pret-a-porter”, fracasando igualmente-, esgrimiendo todos los tópicos hacia los ingleses y le han caido un nutrido muestrario de nominaciones a los Oscars, la película podría haberse superado con mucho a sí misma si su malsano sentido del humor y la aparición de la casualidad –y la causalidad- de sus anteriores trabajos, se hubiera producido en esta película.


Federico Casado Reina



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