Ficha película

Título:
Mulholland Drive
Director:
David Lynch
Intérpretes:
Naomi Watts, Jeanne Bates, Dan J. Birnbaum, Laura Harring, Scott Wulff, Robert Forster, Brent Biscoe
Calificación:
Crítica

Echábamos en falta la turbadora forma de provocación que Lynch había destilado en toda su filmografía: todas y cada una de las cintas de este particular director tenían una vocación tremendamente visceral, casi insultante, mostrando un universo a veces incomprendido, pero sin lugar a dudas fascinante. Siendo capaz de mirar en los temores más profundos del ser humano, y sacar lo más sucio y sublime a la vez, no cabe la menor duda que David Lynch es un genio. Y como todos los genios, capaz de las mayores glorias y miserias artísticas en aras de la búsqueda perfecta de la expresión cinematográfica. Esta película es como una clase magistral, y por ende, puede ser igual de aburrida que brillante, según se mire.
En su último trabajo ha resultado nominado al Oscar al mejor director, y es completamente comprensible: parece increíble que haya sido capaz de condensar todo el complicado grueso de su obra –en todas las esferas - con una sóla película. La tremebunda complejidad del film solo puede compararse a la inconmensurable genialidad de cada plano, trazado y creado para provocar una reacción instintiva y emocional de manera irreflexiva. Aquí están “Cabeza Borradora” –en su descubrimiento de una nueva realidad-, “El hombre elefante”, “Dune” y sobre todo “Terciopelo azul”, “Corazón Salvaje” y “Carretera Perdida”. Todas y cada una. Todas aportan un giro más a una vuelta de tuerca para atornillar una nueva forma de ver el cine. Un genio visionario el suyo, comprimido en los fotogramas que conforman esta (in) discutible obra de arte.
Una mujer que pierde la memoria en un accidente. Otra que busca triunfar en Los Angeles. El encuentro de ambas... y todo un mundo por describir, definir y centrar, tan difuso como la memoria de una de las protagonistas y los deseos febriles –aunque inocentes- de la otra. El resto del argumento se arracima como un núcleo de abejas que se afana por verter parte del polen recogido en su panal, a medida que van llegando. Otro de los elementos a tener en cuenta en este valiente y desconcertante experimento cinematográfico, es la incursión de un vitriólico sentido del humor, capaz de romper drásticamente cualquier clímax establecido: explotando en el momento más inesperado, Lynch se cachondea de si mismo, del cine y del mundo mismo, llegando hasta el extremo del surrealismo.
Para llegar a comprender la auténtica dimensión de esta película, habrán de pasar años e incluso décadas, y seguro se convertirá en la primera incursión en una nueva forma de entender la expresión audiovisual, superando ampliamente cualquier tentativa inocua anterior, generalmente vacías. Como obra de arte, Lynch puede provocar las mayores repulsas y las mayores admiraciones, pero nadie puede negar que es un verdadero maestro que pasará a la historia del cine como un insustituible pilar del mismo, al igual que Valle Inclán o Van Gogh también fueron incomprendidos en su tiempo y reconocidos posteriormente.


Federico Casado Reina



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