Ser una estrella de acción es duro. Y no lo digo por los saltos, los golpes, las caídas, los puñetazos o las carreras... sino por no poder encajarse dentro de la frenética producción mundial del cine, que actualmente demanda otras cosas y no precisamente películas de acción, y si no vean como están todas las antaño rutilantes figuras como Stallone, Seagal, Van-Damme y por supuesto Schwarzenegger. Si encima Don Arnold, además de haberla pifiado con las últimas películas –véase “El fin de los días”, “El sexto día”- ahora la nueva tiene que ver con el terrorismo, recién producido el brutal atentado de las torres gemelas, pues apaga y vámonos.
Seguro que “el roble austriaco”, Arnold Schwarzenegger –Doctor en Económicas por la Universidad de Wisconsin, toda una lumbrera a pesar de su aspecto de gorila...- ha tenido muchos más problemas sorteando las mordaces críticas a su último trabajo –que no es malo, pero sencillamente, no aporta nada ni al género ni a su particular trayectoria- que realizando las secuencias de acción a sus cincuenta y muchos años. Porque intentar volver a lo que ya fue, prácticamente es imposible. Ya no se puede volver a “Conan” o a “Terminator” –aunque al parecer hay un proyecto pendiente del androide, donde al parecer Arnie se enfrenta a una “Mujer terminator”-, sencillamente por que se ha agotado la fuente. La solución no es hacer una película con más explosiones, secuencias más arriesgadas y espectaculares, o momentos de mayor tensión emocional, sino en acercarse más a la sátira, que tan bien funcionó en “Mentiras arriesgadas” e incluso en las ñoñas “Poli de guardería” o “Un papá en apuros”. Pero utilizar los valores familiares para encajarlos en este tipo de películas resulta a todas luces inadecuado, sobre todo por las intenciones “moralizantes” de una cinematografía demasiado maniquea y pro nacionalista, donde se elige a un país determinado –en este caso, Colombia- para hacerle responsable de los problemas del mundo libre, o sea de Estados Unidos. Quizás las ambiciones políticas del Sr. Schwarzenegger tengan que ver con esta visión de defensa nacional y familiar a ultranza frente a cualquier “elemento amenazante”, ya que recordemos que no solo está vinculado a la familia Kennedy, sino que se presentó como candidato en año 2000 para ser gobernador de California. En esta tesitura, contar la historia de un pobre bombero que pierde a su mujer e hija en un atentado terrorista y que se convierte en un vengador imparable hasta conseguir la muerte del asesino... es un por menos que preocupante, y así lo ha recogido el público.
El problema no es ya la repetición de tópicos –con los clásicos “buenos”, “malos” y demás...- sino ver nuevamente una historia que ya ha estado repetida mil y una vez en la historia del cine. Reconociendo algunos giros de guión interesantes en la historia, el film no pasa de ser un entretenimiento brillantemente realizado aunque algo vacío y tópico, lo que le confiere una cierta pesadez. Y en cuanto a Arnold... sería mejor que se dedicara a la política y a sus restaurantes “Planet Hollywood” y “Schatzi” que a seguir en la brecha del cine, que ya le coge un poco mayor para estos trotes –a pesar de la digitalización de varias secuencias de acción.