Ficha película

Título:
Corazones en la Atlántida
Director:
Scott Hicks
Intérpretes:
Anthony Hopkins, Hope Davis, David Morse, Anton Yelchin, Mika Boorem, Alan Tudyk, Will Rothaar.
Calificación:
Crítica

El novelista y creador de guiones William Goldman ha encontrado la horma de su zapato en el prolífico Stephen King: su visión de la niñez y de la madurez –que ya hemos visto en el cine con películas como “Cuenta conmigo”, entre otras- nuevamente salta a la gran pantalla, en esta ocasión a través de una serie de relatos agrupados por Goldman en un guión que ha sido dirigido con la parsimonia justa por Scott Hicks, que ya mostró el talento suficiente como para contar la biografía de un desadaptado en “Shine”.
Sin lugar a dudas, uno de los mayores atractivos de la película el magnífico Anthony Hopkins, sin el cual la película no tendría mucho sentido y cuya impresionante presencia otorga un empaque verdaderamente monumental, arropado, encima, por una excelente fotografía. Por supuesto, también hay que reconocer la química existente entre el actor británico y el niño elegido para compartir estrellato, que realmente es encantador y encaja a la perfección en una historia que mezcla a parte iguales las fantasías infantiles más entrañables con los elementos justos de cine negro para amplificar un mundo adulto francamente peligroso: en un pueblecito clásico de los años sesenta, Bobby y su madre viven solos tras la muerte de su padre en una situación económica francamente precaria. Un buen día llega hasta su casa un extraño y misterioso inquilino que parece separarse de la media y no estar demasiado adaptado con la “vida moderna”, estableciendo una relación muy especial con el chaval –que también tiene una cierta “desadaptación”-, al que le va a pagar un dólar semanal por leerle la prensa... y por avisarle si aparecen los “hampones” que según el hombre, le acechan con coches estrafalarios y carteles en los postes de teléfonos...
Todo el universo de Stephen King –canciones incluidas- está presente a cada fotograma de la película, tanto por parte del director, que ha sabido recoger la alucinada visión de muchos personajes –desde el chaval, forzado a madurar en muchos aspectos de la vida, transformando su fantasía en realidad, hasta la auténtica “niña” de la película, su madre- como por parte del guionista. Quizás el único punto negro que le veamos sea la utilización demasiado obvia en algunos momentos de la nostalgia, que puede llegar a ser algo empalagosa sin dejar de ser preciosa. Aunque la película tenga esa cierta parsimonia en el ritmo, y aunque en algunos momentos tengamos alguna sensación de “deja-vú”, sin lugar a dudas estamos ante una película de empaque, que revisa no solamente la pérdida de la inocencia de un chico de once años –auténtico protagonista de la película- a través de un muy particular “amigo”, sino de toda una generación ante la forzada situación de un mundo que cambia a mucha velocidad y ante el que hay que adaptarse.


Federico Casado Reina



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