Ficha película

Título:
Italiano para principantes
Director:
Lone Scherfig
Intérpretes:
Anders W. Berthelsen, Ann Eleonora Jorgensen, Anette Gantzler, Lars Kaalund, Sara Indrio Jensen.
Calificación:
Crítica

Desde que realizadores como Lars Von Triers popularizaran en el año 1995 el fenómeno “Dogma”, el panorama cinematográfico mundial sufrió una conmoción: ahora lo realmente importante de las películas no era el formato, sino la historia y la frescura con que se contaba la misma, desde una óptica decididamente “naturalista” –no confundir con la corriente artística cinematográfica y pictórica-, por cuanto rompía muchas de las reglas del llamado “clasicismo cinematográfico” en el ámbito narrativo –cámara al hombro, iluminación natural, sonido directo, etc., huyendo de cualquier estilismo-.
Como suele suceder, muchos demagogos intentaron subirse en el mismo carro de esta corriente, enarbolando los mismos argumentos, pero amparándose en el menor coste de producción para hacer películas –habida cuenta de la falta de necesidad de iluminación, material de cámara, etc.-. Evidentemente, desde el año 95 hasta la actualidad, este movimiento artístico ha sufrido una significativa evolución, por cuanto se ha diversificado en cantidad y calidad, huyendo de la fría concepción nórdica en el drama o en cierto “realismo social” con poca capacidad de extrapolación en otras culturas.
Podríamos decir que la comedia romántica –un género decididamente tradicional en la historia del celuloide- ha tenido en esta película una nueva y curiosa definición, tanto estética, como argumental, transformándose en una visión descarada y divertida a un mundo entrañable de personajes claramente identificables: el pretexto que la realizadora utiliza es el cambio en el párroco de una iglesia, a través del cual tenemos oportunidad de ver cómo en un hotel de lujo se dan unas clases de italiano como forma para activar un sector social algo adormecido, emocionalmente hablando. La confluencia de personajes al calor de algo tan latino como la lengua italiana sirve de catalizador para hacer aflorar sentimientos que de otra forma, permanecerían gélidamente ocultos y acantonados en cada uno de los habitantes del pueblo.
La mezcla e interrelación de géneros, con elementos cómicos, pero añadiendo una irónica visión y un punto de vista cercano al documental en muchos casos –reforzado por esta estética tan austera como efectiva a la hora de potenciar una realidad determinada- supone el paradigma del dogma en cuanto a una comedia; si hasta ahora los dramas “dogmáticos” sólo habían tenido algunos retazos de comedia, en esta ocasión todo se ha transformado a la inversa, como el negativo de una película que tiene mucha más capacidad de llegar al espectador a través de divertidísimas y chocantes situaciones que, de rondón, satirizan muy inteligentemente muchas de las capas sociales supuestamente “establecidas” dentro de la actualidad. Un experimento que se ha transformado en una realidad palpable en cuanto a exquisito cine de consumo completamente asequible para todos los públicos.


Federico Casado Reina



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