Ficha película

Título:
Al diablo con el diablo
Director:
Harold Ramis
Intérpretes:
Brendan Fraser, Elizabeth Hurley, Frances O’Connor, Miriam Shor, Orlando Jones, Paul Adelstein
Calificación:
Crítica

No es que uno tenga una postura especialmente “purista” a la hora de ver nuevas adaptaciones de anteriores películas, pero por desgracia, la mayoría de las veces, el intentar hacer otra vez una misma película no arroja demasiados buenos resultados. Muy contadas son las ocasiones en las que la nueva versión ni siquiera llega a la calidad de la versión original, sobre todo si se trata de películas adaptadas.

En los años sesenta, un menudo y brillante Dudley Moore se asoció con otro magnífico cómico británico, Peter Cook, para realizar bajo la batuta de un director tan curtido como Stanley Donen una nueva visión del eterno mito de Fausto, con un pobre hombre desesperado por el amor de una mujer -que no tiene nada que ver con Julio Iglesias- decide pactar con el mismísimo Satán una serie de deseos que le llevarán a vivir las vidas que siempre quiso desear. Aunque actualmente la cinta tiene un regusto “camp” demasiado trasnochado, hay que decir que el guión era agudo e inteligente, que el ritmo funcionaba, y para colmo, que Dudley Moore -famoso por filmes como “10” o “Arthur, el soltero de oro”- hacía una de las mejores interpretaciones de toda exigua y desigual carrera cinematográfica. Pues bien, treinta años más tarde el autor de filmes tan interesantes como “Atrapado en el Tiempo” o “Una terapia peligrosa” ha reescrito la historia para ubicar al personaje pánfilo y tontorrón en un entorno más contemporáneo, y ha creado a la diablesa más estimulante de los últimos tiempos -no hay que olvidar que en la versión original había otra diablesa que era, nada más y nada menos que Raquel Welch, en todo su esplendor-.

Quitando las diversas caracterizaciones de Fraser, que a la postre, hace lo que mejor sabe hacer, o sea, de idiota -como narcotraficante colombiano, adolescente sensible, jugador de la NBA, o de escritor famoso, entre otras- y las curvilíneas apariciones de Liz Hurley -que son, o nos parecen, pocas-, la película carece de interés, viéndose forzadas muchas situaciones que no encajan en el ritmo general de lo que debería ser una comedia exquisita.

Quizá al “americanizar” el producto original -con un refinado y malsano sentido del humor inglés- hayan desprovisto a la película de ese “diabólico” modo de entender a ironía, ahora completamente ausente. Una verdadera lástima de proyecto, que podía haber sido una comedia que estimulara la creatividad de los guionistas y directores del “stablishment” de Hollywood, pero al parecer, Ramis está cayendo en picado... hacia el infierno de la desidia creativa.


Federico Casado Reina



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